Los 7 sabios ciegos. Orientación Vocacional/ Profesional
OVP. LOS Siete SABIOS CIEGOS (Adaptación del Cuento
popular de la India. Lo seis sabios
ciegos por Ps. Amilkar A. Brunal)
Los
Siete Sabios de la Antigua Grecia
1. TALES DE MILETO. En la confianza está el peligro.
2. BÍAS DE PRIENE. La mayoría de los hombres son malos
3.
PÍTACO DE MITILENE. Debes saber escoger la
oportunidad.
4. SOLÓN DE ATENAS. Nada con exceso, todo con medida
5. PERIANDRO DE
CORINTO. Sé previsor con todas las cosas.
6. CLEÓBULO DE LINDOS. La moderación es lo mejor.
7. QUILÓN DE ESPARTA. No desees lo imposible.
Hace mucho tiempo seis sabios ciegos vivían juntos en una casa
en un pueblo apartado y se distraían haciendo competencias creativas y fantásticas entre ellos para averiguar quién de ellos era
el más sabio, inteligente e imaginativo.
Cada Tarde se reunían y uno de ellos por turno, con
gran seriedad narraba alguna historia o proponía algún acertijo o reto a los otros.
Pero una tarde sucedió que ya después de muchos años
y de haber contado varias veces cada uno
todas las historias que conocían. Al más anciano le correspondía contar una
historia o proponer un acertijo o un reto, pero no podía inventar algo nuevo. De
pronto escuchó un ruido fuerte y estridente
cercano que pensó debía ser de algún animal grande. Entonces se le ocurrió proponer
a sus compañeros un reto con base en esa
situación: adivinar qué animal era el que producía ese extraño ruido. Entonces
los otros sabios decidieron aceptar el reto y se dispusieron como era su
costumbre dar una posible respuesta ala acertijo: ¿Qué animal era aquel que
hacia un ruido extraño allí al frete des su casa.
El primer sabio en turno se aventuró a afirmar que se trataba de un elefante por el ruido que emitía.
El segundo sabio afirmó que no era suficiente
basarse el ruido del animal para saber
con seguridad de que animal se trataba,
Así pues, cada tarde se reunían y el
primero de los sabios adoptaba una actitud severa y empezaba a relatar la
historia que según él, había vivido aquel día. El sabio había decidido
salir a dar un paseo por el bosque cercano a la casa y deleitarse con el cantar
de las aves.
De pronto, se le había aparecido el
Dios Krishna, que sumándose al cantar de los pájaros, tocaba una bellísima
melodía con su flauta. Krishna al recibir los elogios del sabio, había decidido
premiarle con la sabiduría que, según él, le situaba por encima de los demás
hombres.
Siguieron contando historias los
otros sabios, el segundo y el tercero.
Fue el turno del cuarto sabio, después del quinto y finalmente el sexto sabio se sumergió en su relato. De este modo los seis hombres ciegos pasaban las horas entretenidos y a la vez demostraban su ingenio e inteligencia a los demás.
Fue el turno del cuarto sabio, después del quinto y finalmente el sexto sabio se sumergió en su relato. De este modo los seis hombres ciegos pasaban las horas entretenidos y a la vez demostraban su ingenio e inteligencia a los demás.
Sin embargo, llegó el día en que la
calma se turbó; un elefante pasó por la aldea y los sabios
discutieron sobre la forma de un elefante. Las posturas eran opuestas y
como ninguno de ellos había podido tocarlo nunca, decidieron salir al día
siguiente a la busca de un ejemplar.
Tan pronto como los primeros pájaros insinuaron su canto los seis ciegos tomaron aun joven como guía y, puestos en fila con las manos a los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha. No habían andado mucho cuando encontraron a un gran elefante.
Tan pronto como los primeros pájaros insinuaron su canto los seis ciegos tomaron aun joven como guía y, puestos en fila con las manos a los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha. No habían andado mucho cuando encontraron a un gran elefante.
Los seis sabios ciegos estaban
contentos, porque finalmente podrían acabar su discusión.
El primero de todos se abalanzó sobre
el elefante. Sin embargo, las prisas hicieron que tropezara con una rama y
chocara de frente con el costado del animal.
-¡Oh, hermanos míos! -exclamó- el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol.
Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución, con las manos extendidas ante él. En esta posición tocó dos objetos muy largos y puntiagudos. Eran los colmillos.
-¡Oh, hermanos míos! ¡Yo os digo que este animal es una lanza!
El resto de los sabios se burlaba en voz baja; ninguno creía lo que los otros decían. El tercer ciego se acercó por delante. El animal se giró hacía él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la trompa del animal y dijo:
-¡Escuchad, queridos hermanos! Este elefante es más bien como una larga serpiente.
Los demás sabios disentían en silencio. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal. El sabio prendió la cola, no tuvo dudas y exclamó:
-¡Ya lo tengo! – dijo el sabio tan contento-. Sin duda es igual a una vieja cuerda.
El quinto de los sabios tomó el relevo. Al alzar su mano para buscarlo, encontró la oreja del animal.
-Pues no, hermanos, ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es como un gran abanico plano.
El sexto sabio era el más viejo y se acercó con lentitud, apoyándose en un viejo bastón de madera. Estaba tan doblado que pasó por debajo de la barriga del elefante y agarró su gruesa pata.
-¡Hermanos! Lo estoy tocando. Tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.
-¡Oh, hermanos míos! -exclamó- el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol.
Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución, con las manos extendidas ante él. En esta posición tocó dos objetos muy largos y puntiagudos. Eran los colmillos.
-¡Oh, hermanos míos! ¡Yo os digo que este animal es una lanza!
El resto de los sabios se burlaba en voz baja; ninguno creía lo que los otros decían. El tercer ciego se acercó por delante. El animal se giró hacía él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la trompa del animal y dijo:
-¡Escuchad, queridos hermanos! Este elefante es más bien como una larga serpiente.
Los demás sabios disentían en silencio. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal. El sabio prendió la cola, no tuvo dudas y exclamó:
-¡Ya lo tengo! – dijo el sabio tan contento-. Sin duda es igual a una vieja cuerda.
El quinto de los sabios tomó el relevo. Al alzar su mano para buscarlo, encontró la oreja del animal.
-Pues no, hermanos, ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es como un gran abanico plano.
El sexto sabio era el más viejo y se acercó con lentitud, apoyándose en un viejo bastón de madera. Estaba tan doblado que pasó por debajo de la barriga del elefante y agarró su gruesa pata.
-¡Hermanos! Lo estoy tocando. Tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.
Ahora todos habían experimentado cuál
era la forma verdadera del elefante y creían que los demás estaban equivocados.
Satisfecha así su curiosidad tomaron otra vez la senda que les conducía a su
casa. Otra vez sentados retomaron la discusión sobre la forma del elefante,
seguros de que lo que habían tocado era la verdadera forma del elefante.
Todos los sabios tenían parte de
razón, ya que todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin
duda todos a su vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante.
REFERENCIAS
Siete Sabios de Grecia. Disponible en
Los seis
sabios ciegos. Disponible en https://lamenteesmaravillosa.com/los-seis-sabios-ciegos-y-el-elefante-un-cuento-para-valorar-las-opiniones-de-los-demas/
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